Senderos que se entrelazan, la narración en "La conspiración de los farsantes" de Edwin Umaña Peña

La conspiración de los farsantes, libro escrito por Edwin Umaña Peña y publicado por El Resplandor Editorial (2017), es una novela llena de interesantes elementos narrativos los cuales pueden hacerla por momentos desafiante para el lector, mas no por ello de difícil lectura. La novela, que puede incluirse en el género negro por distintas acciones de su historia e imágenes hardboiled, sumerge al lector en un mundo que evoca constantemente lo audiovisual.
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Este aspecto audiovisual surge al analizarse su estructura narrativa, la cual está basada en tres puntos de vista desde los que se enfoca la historia y que alternan constantemente. La técnica utilizada por Edwin Umaña es la del racconto, a manera de confesión, de dos de los protagonistas masculinos.
 
 
Por un lado está Carlos, un ingeniero químico graduado de la Universidad Nacional, un joven que aspira como muchos en Colombia a lograr una buena posición social gracias a su trabajo, a ser un “hombre de bien y salir adelante” sentencia ésta muy presente en la sociedad colombiana especialmente en sus estratos medios. De otra parte está James, un hombre que muy joven ingresó al servicio del país como agente del estado. James es un hijo de la violencia de los años 80, y su entrenamiento como parte de los servicios de inteligencia lo ha convencido de que debe erradicar la amenaza comunista del país. Finalmente tenemos un tercer narrador, ajeno a la acción pero que conoce todos los detalles de la historia y que narra especialmente la vida de Sandra, la protagonista femenina compañera de Carlos. Este último narrador es omnisciente y también completa y cuestiona los relatos de James y Carlos y permite entonces un tercer enfoque de la trama.
 
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Los cultivos de aceite de palma y su impacto en el medio ambiente

El desmoronamiento del sueño de la clase media colombiana

En el caso de Carlos y su confesión, asistimos al desmoronamiento de un sueño. Carlos, como ya se dijo, se había fijado como objetivo en su vida el tener una buena posición social, ganada con esfuerzo y méritos gracias a sus estudios y trabajo, y una vez allí disfrutar de ésta, de ahí que en su narración se inmiscuya por un momento aquel narrador omnisciente y afirme que Carlos se centraba en seguir una senda de bienestar económico que debía garantizarle el éxito:
«El Doctor Valencia fue claro: «La empresa está en plena expansión y esta es una gran oportunidad, su gran oportunidad Carlos, con grandes beneficios en el futuro; usted sabe que, para entrar en carrera a optar por cargos directivos y ejecutivos, es requisito que los candidatos se hayan desempeñado en al menos tres de las cinco regiones que cubren todo el país». Después de meditarlo el rostro de Carlos se iluminó al pensar, más que en la tristeza de Sandra por su ausencia, en la felicidad que les traería la tranquilidad económica.» (Página 21)
Y Carlos accede a esta máxima gracias a su trabajo como ingeniero al servicio de una importante empresa que emprende grandes proyectos de biocombustibles en Colombia, que quiere aprovechar la idea de que con la seguridad lograda en el campo a inicios del siglo XXI el sendero del país no puede ser sino de éxito. Éxito que Carlos quiere disfrutar y que en últimas le procurará grandes satisfacciones, formar una familia, tener seguridad en todos los aspectos y por qué no, ser feliz. Pero el sueño de esa seguridad y la cima profesional le mostrarán una realidad desoladora, que termina siendo su propia realidad:
« Una amargura se apoderó de mí, ya no disfrutaba como antes las cosas que vivíamos: ni las reuniones con los padres, ni los asados de los domingos, ni cuando nos encontrábamos con los amigos o cuando íbamos de viaje a algún lado. Siempre atormentado por lo que hacía, poco a poco descubrí que la mejor forma de llevar el peso de mi conciencia era aceptar la certeza de que debía asumir mi doble vida. A simple vista parece fácil, algo que muchos hombres y mujeres hacen en su vida cotidiana, pero no lo es. Desdoblarse, multiplicarse en dos o más personas requiere un gran esfuerzo mental, una gran fortaleza psicológica para dominar los nervios y la conciencia, para no caer en el colapso cada vez que se debe cambiar de máscara y actuar como si nada. » (Página 142)
Pero vale la pena advertir que este descubrimiento que hace Carlos en la que la verdad de su vida laboral y personal, la cual empieza a ligarse poco a poco con la realidad social del campo del país, no se hace de la noche a la mañana. Carlos empieza a conocer el país, y así comienza a conocerse a sí mismo, las mujeres de la provincia con las que se involucra sexualmente cobran mucho valor, aunque él no quiera reconocerlo, y terminan siendo un símbolo del desprecio del centralismo por el resto del país, de las urbes por sus regiones a las que consideran salvajes:
« El correo lo recibí una semana después de lo que ocurrió con Estela. Aquella noche, luego de lo sucedido entre los matorrales, cuando yo le dije que quería seguir haciéndolo, salimos con disimulo de la planta, ella primero y yo después. Ella me recogió en su moto y me llevó a su casa, que quedaba en el campo. Vivía con su madre que estaba dormida, pero imagino que nos escuchó, o mejor, la escuchó a ella porque allí Estela se transformó en una fiera de la selva cuyos gemidos y jadeos eran los sonidos de una tigrilla disfrutando sin parar. » (Página 125)
La mirada de Carlos es entonces una mirada enteramente subjetiva y su punto de vista nos permite acceder a la trama desde la óptica de un personaje de clase media que se cuestiona más allá de lo que parece estarle destinado al lograr el ideal de vida que la sociedad colombiana le había predestinado. Ese subjetivismo, ese foco particular son los que dan testimonio de la farsa que cree vivir el personaje.
 
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El caso de James: verdugo de la violencia de estado en Colombia

Mientras Carlos es un joven de clase media con el que hasta cierto punto se puede afirmar que el trabajo y esfuerzo rinden sus frutos, James es un personaje originario de los estratos populares del eje cafetero, donde el trabajo duro también es un valor pero no retribuye siempre lo que se espera. De esta manera su padre, a pesar de sus honrados esfuerzos, se ve involucrado en el mundo de la ilegalidad y la posición económica de la familia mejora. Sin embargo, todo ese bienestar se ve arrebatado en tan sólo una noche en una escena de violencia. James aprende entonces desde niño que la supervivencia en Colombia muchas veces depende de la fuerza, del uso de ésta a través de la brutalidad y de la sagacidad:
« Volví al dormitorio de los cuchos, me acerqué a la cucha y vi un mechón de pelo de la niña. Levanté un poco a la cucha y allí estaba mi hermanita, debajo de ella, la habían matado también los hijueputas. Miré a los cuchos, estaban reventados, los habían llenado de plomo, el cucho estaba todo hinchado, desencajado, un tiro le había pegado en la cara, cerca de la boca, y se la había toteado, a la cucha le habían dado en el pecho y en el cuello, había sangre por todos lados. Me fui de allí, sonámbulo. Al amanecer llegué a la casa de los abuelos. Cuando estaba cerca de la entrada los perros empezaron a ladrar, el viejito salió, cuando me vio con la ropa manchada de sangre y la mirada como de loco, con los ojos hinchados de tanto llorar, supo lo que había pasado. » (Página 110)
Es así como este aprendizaje será la regla que guíe su vida, su confesión se hace ante una psicóloga que le asigna el Estado después de emprender distintas misiones donde empieza a conocer, como Carlos, que su realidad y lo que se espera de él es bien distinta de lo que parece:
« A mí me lo dijo el Chato cuando le comenté lo de los informes: tenga cuidado con lo que escribe, no se boletié, cuente las vainas pero no ponga cosas que lo puedan comprometer, que con eso de los informes nos quieren poner la trampa, haga como si siempre hubiéramos seguido el reglamento, me recalcó. ¿Cuál reglamento?, si la única la regla que nos imponían era que para acabar a toda costa con ellos, el enemigo, los comunistas, no había ninguna regla, había que acabarlos como fuera » (Página 97)

La violencia: el destino del pueblo colombiano

James empieza a entender, como Carlos a través de su vida, que ciertos preceptos no son sino una falsificación de la realidad, lemas que están ahí para inspirar a la gente a seguir una vida “correcta”, al servicio de un ideal individual, de familia o nacional. Pero a lo que nunca pudo escapar James fue a la violencia, una violencia que al él no lo horrorizaba como sí llegó a horrorizar a Carlos, una violencia que lo acompaña siempre desde niño y que ha estado ahí presente para miles o tal vez millones de colombianos, por eso sin sonrojarse, sin sentir remordimientos James confiesa:
« Aprendimos muchos métodos, todos los que venían en el manual de la Escuela de las Américas. A Rodolfo, el socio de mi padre, le reservé uno muy especial: usamos la prensa. ¿Sabe lo que es eso, Doctora? Consistía en que poníamos la cabeza del cliente entre los bloques de la prensa y apretábamos la tuerca hasta hacerle saltar los ojos, el cliente sufría mucho al sentir salir los ojos y perder la vista » (Página 182)
Desde el punto de vista de James la violencia no horroriza, y esto sucede justamente porque la recreación que se hace desde la óptica de éste personaje es muy efectiva en cuanto a la descripción de un hombre de orígenes populares a los cuales la violencia y el crimen lo han marcado a fuego.
 
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Edwin Umaña Peña, escritor colombiano

Conclusiones

En La Conspiración de los farsantes, la violencia es un eje fundamental de la historia, esta violencia engulle a los protagonistas directa e indirectamente. James y Carlos y otros son víctimas concretas y Sandra se ve afectada periféricamente. El efecto que nos permite como lectores sentir su efecto devastador en los protagonistas y en la sociedad se da por las técnicas narrativas enunciadas al inicio de esta reseña, uso de imágenes hardboiled, y una narración efectuada desde tres puntos de vista distintos.
 
De esta manera se configura de manera más completa el universo farsante y conspirativo en el que se ven inmersos los personajes. Todos estos elementos reunidos se complementan para dar al mismo tiempo un resultado de novela negra, al tiempo que se acerca al lector a la histórica violencia colombiana de fines del siglo XX e inicios del XXI. Es así como los personajes de la novela, sus vidas y sueños, sus realidades y verdades se ven devorados por la realidad violenta del país, guiada esta última por oscuros intereses políticos y económicos.
 
Puedes conseghuir la novela "La conspiración de los farsantes" en el siguiente enlace:
 
Camilo Triana Cáceres

Profesional en Estudios Literarios de la Universidad Nacional de Colombia, Máster y Doctor en Historia por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Se ha desempeñado como docente en literatura, historia y español en la ciudad de Bogotá. En la misma ciudad desarrolló actividades en el mundo de la edición y la cultura, por lo que hizo parte del consejo editorial de la Editorial Babilonia y fue coordinador de la Corporación Cultural del mismo nombre. Está radicado en Lyon, Francia, donde actualmente es profesor de español en la sección de liceo. Ha publicado reseñas y ensayos de historia en la revista Entremons de la Universidad Pompeu Fabra. De igual manera hace parte del comité de redacción de la revista digital "La esquina rota" impulsada por Artepoética.